martes, 14 de junio de 2016

Luces de cambio




No es una sensación agradable tenerte que ir porque no te valoran. Pero, al mismo tiempo, lo más importante es que te puedes ir. Se acaba la etapa de ser una especie de mueble, apartado, consumiéndose en las horas largas de los rutinarios días. Cambio de lugar, no sé si será para bien, lo que sí que sé es que será para hacer más.

Dejo atrás muchas cosas vividas en este edificio, cosas que me ocurrieron fuera. Si en mi anterior etapa, la vida laboral y la personal anduvieron muy unidas, regalándome episodios maravillosos, después que me ocurriera lo peor de mi vida. En esta etapa, todo lo bueno ha ocurrido fuera. Lo mejor de mi vida.

La vida tiene estas cosas, el cambio aquí, me trajo la desidia en lo laboral, y la luz en lo personal. Enamorarme como la primera vez y tener en nuestras vidas la niña más maravillosa que puede existir. Mientras aquí, en el trabajo, todo era gris y oscuro, fuera de él todo era (es) luminoso, perfume infantil, abrazos, besitos y dibujos animados. Cariño primordial, ganas de querer hasta reventar.

Me marcho de aquí con ganas de irme, con ganas de sentirme útil en mi puesto de trabajo, que no me traten como tonto. Me voy buscando poder tomarme un café con un compañero que no guarde ases en la manga, de poder hablar con gente que anduvo en mi vida cuando era feliz trabajando. Será genial poder ser feliz fuera y dentro del trabajo, de venir a trabajar para resolver problemas, para dar algo de lo mucho que tengo dentro. Aunque sea únicamente el músculo de mis piernas para llevar papeles de una punta a otra. De sentir el sol en la cara y la brisa secando el sudor. De poder revivir.

Queda ya muy poquito, y pronto, muy pronto escribiré un nuevo episodio en el que podré contar nuevas vivencias, nuevos problemas, nuevos compañeros. Ojalá la etapa sea propicia.



lunes, 9 de mayo de 2016

Se paró el tiempo



Le gustaba la lluvia, como a mí. Los días como el de hoy, le encantaban. Como a nosotros celebrar el nueve de mayo con él. Hoy hubiera hecho 76 años, pero no los puede hacer; no le dejó.

No es la primera vez que escribo, un poquito, sobre él. No me suele gustar hacerlo en su cumpleaños. "Cumpleaños", qué contrasentido. Va a hacer 13 años que su reloj se paró y solo convive con nosotros su recuerdo, afortunadamente los mejores recuerdos; que son una miriada.

Le echo de menos, todos los días y me acuerdo de él,como sin querer. Un recuerdo dulce, como de chicle de fresa infantil, de madera de cine de barrio, de música en la radio. Me acuerdo de él cuando huelo el pan recién hecho y me como una rosquilleta, cuando voy a la playa y me entra el agua en la nariz. Me acuerdo mucho de él al escuchar a Ennio Morriconne, al ver "Rio Bravo" o "Los siete Magníficos". Me acuerdo de él cuando pierde el Real Madrid y la gente se alegra, porque sin querer me enfado. Me acuerdo mucho de él cuando llueve y las gotas de lluvia forman burbujas en los charcos. En muchos rinconcitos de mi cotidianiedad aparece él, como escondidito detrás de una vieja canción de Antonio Molina o una noticia que habla de José Luis Moreno. Me acuerdo de él cuando miro a su nieta, porque en ella hay algo de él.

No puedo gritar feliz cumpleaños, porque él no está y su yo eterno se quedó parado en el año 2003, pero sí que puedo acordarme de él y dedicarle unas frases que, aunque él no las pueda leer, estoy seguro que le hubieran encantado. O, tal vez, sí que las lea, a través de mís pensamientos, a través de mi consciencia. En todo caso, creo que se merece que, de vez en cuando, su hijo les dedique un ratito. Soy muchas cosas gracias a él, pero sobre todo aprendí a valorar las pequeñas cosas.

Te sigo echando de menos y eso no va a cambiar.

Te quiero.

viernes, 15 de abril de 2016

Otra tarde



Borbotones cálidos y frescos por igual. La brisa en el aire y el sol luciendo hacia el ocaso, un ocaso ya tardío en las tardes de abril. Lugares comunes que trasfieren un aire de tranquilidad, la relajación hace mella y me dejo de llevar por su voz. Adivinanzas que se repiten y esbozamos una sonrisa, la magia de adivinar lo que se conoce como algo nuevo, como un juego que se repite y que nunca cansa. Ella tenía ganas de llegar y allí fuimos. Algo de decepción en un principio, pero diversión después. A veces llega la inspiración mirando un helicoptero de atrezzo. Qué feliz que estaba paseando por la pista, subida a lomos de una moto de mentira. Luego nos reimos como locos por culpa de una bola que no se movía, lásstima de un postrero tropezón y de un golpetazo mal dado que nos hizo estar un poco preocupados, afortunadamente un parque en el camino y el frescor de la tarde nos devolvió la sonrisa, la tranquilidad y el color.

El pasado se entrecruza con el presente y los sitios conocidos nos traen recuerdos mezclados. Sabor a pasado tristón de verano, a inviernos en soledad, a otoños lluviosos sorteando charcos. Ventanas cerradas al azul celeste, solas, vacias. Sensaciones diversas sobre cosas distintas, amores rotos, corazón herido. Tristeza enorme de días aciagos que duelen menos cogidos de su mano. Realmente amortigua los malos recuerdos jugar al veo veo, aunque, como en mi caso, sea vapuleado una y otra vez por el ingenio de una niña de seis años. Lo más importante es verla reir, porque egoistamente también me hace reir a mí. Y de pronto, también acuden a mí recuerdos preciosos que iluminan el atardecer. El día se va a convertir en inolvidable gracias a esas pinceladas de verde y naranja, gracias a esos olores que de pronto son dulces y agradables. Que extraña es la ciudad que cambia con nuestro estado de ánimo. En menos de 25 metros atravesé un tunel del tiempo en el que las vivencias giraron para traerme a una palabra que empezaba con la r y que no logré adivinar. Es curioso el tiempo, sobre todo cuando la palabra que tienes que adivinar es reloj. Que bien me sentí, y que complicado es expresar esa feliciad que aún hoy, un día después, perdura como sensación del bienestar más absoluto. Un levitar en el caminar mientras los pulmones se llenan de vida.

Ella hace que las cosas más sencillas adquieran dimensiones maravillosas. Ojos que se sorprenden al pasar por una pasarela que sobrevuela una avenida, esa inteligencia ávida por aprender cualquier cosa. Inquietud y creatividad. Mágia en la mágia, luz y cariño.

Otra tarde que me ha regalado esa personita que quiero hasta el infinito, y no es broma, no creo que se pueda medir el amor que siento por ella. No se puede.

Guardaré la tarde en un cofre que tengo de los días imprescindibles. Esa colección que se agranda desde que la vida nos dio este grandioso regalo, desde que forma parte de nuestras vidas.

Gracias hija.



martes, 5 de abril de 2016

Trazos


No te lo quieres creer, pero el tiempo pasa y cada oportunidad perdida es también una oportunidad para lamentarse. La vida pasa con la celeridad de la estancia en el horizonte de un arco iris y sin embargo, lejos de convertir cada momento en único, a veces me dedico a desperdiciar el tiempo. Solo cuando los días han pasado, es cuando tienes la eterna sensación de no haber hecho todo lo que podías.
Sí, es verdad que las cosas no son fáciles, que de una forma u otra alguien intenta meter tu voluntad en una jaula y no dejar que vuele, la voluntad es la madre de la libertad, y ese agobio del libre alberdrio hace que no te des cuenta que también ahí puedes elegir. Elegir cambiar el mal gesto por la sonrisa, cambiar esa decisión por la contraria, torcer la realidad hasta adaptarla hacia la felicidad que se busca. Si no la propia, si al menos la de aquellas personas que te quieren.

Soy único en dejar escapar días por no haber sabido gestionar el momento, por haberme perdido en decisiones ajenas que, con un poco de inteligencia, podía haber convertido en buenas decisiones. Tenemos demasiadas personas haciéndonos la vida imposible solo por un interés espúreo y egoísta, para no ver la buena voluntad en los gestos más cercanos.

Menos mal que siempre me queda tu sonrisa y la de ella, que aunque a veces me empeñe en eclipsar, siempre surgen tras la sombra.

Con el deseo de ser un poco mejor, porque creo que peor ya no se puede ser, dejo golpear los dedos sobre el teclado en este martes algo lluvioso. Martes de regreso de vacaciones primaverales, de olor a azahar y de deseos sosegados.

Siento ser como soy, pero enfrentarme a mí a veces temo, porque gane quien gane, siempre pierdo.



lunes, 14 de marzo de 2016

He vuelto


No es que no quisiera, no podía. Afortunadamente he solucionado el problema informático y aqui estoy, intentando escribir mis inquietudes, aunque solo sea para mí.

Ha pasado más de un año y aunque las estaciones se siguen sucediendo y los meses pasando. Y yo, un poco más mayor, pero seguramente igual de necio.

A veces me encanta ver el mundo a través de otros ojos, para verlo con otros colores. Desde la perspectiva infantil, hasta la perspectiva más adulta. Y es un ejercicio muy interesante de cambio de perspectiva. Y, sólo con esa traslación del yo hacia otro yo, de extrapolarme de mi mismo, soy capaz de sentir la importancia del día día, del aprendizaje, de la alegría de estar vivo. A veces las inquietudes más importantes devienen en triviales cuando las comparas con el simple hecho de poder sentir los rayos del sol en la cara, la brisa, el mar o la montaña. Cuando soy capaz de imaginar mi mente dentro de la cabeza de un ave que traslada su residencia invernal a Africa y es capaz de recorrer miles de kilómetros y experimentar tantas sensaciones, olores, colores, paisajes. Este batiburrillo de sensaciones es estar vivo, lo demás problemas solubles...o no, pero lejos de la importancia de la existencia misma.

Intentaré poder expresar en este espacio virtual experiencias que, alegres o no, hagan que cada día se torne distinto y que podamos acordarnos del ayer con la perspectiva de lo importante.

He vuelto, espero poder escribir algo interesante, y si no, al menos, relajarme mientras mis dedos cobran vida encima del teclado, dejándome llevar entre pensamientos divergentes.


martes, 25 de noviembre de 2014

Espejismos antes del horizonte



Dicen que todo lo que lanzamos al mar, nos lo devuelve.

Te puedes pasar horas y horas mirando el ir y venir de las olas, sintiendo la brisa fresca en verano, fría y húmeda en invierno. La mirada va y viene entre la orilla y el horizonte.
La vida juguetea en las olas con los que tenemos la suerte de haber crecido cerca del mar. El tórrido verano de los años 70 tenía la fea costumbre de tornarse gris cuando mis padres decidían llevarme a la playa. La memoria es injusta, porque es verdad que muchos días, el sol derretía el polo que me comía en dirección al tren. Qué lejos estaba la playa el siglo pasado.

Las risas infantiles del verano pronto se cambiaron por los paseos solitarios en busca de respuestas, algún recuerdo de rocas y lágrimas. Abrazos de cariño que estremecían el final del año. Algún adiós. Luces en la noche de un faro que indicaba una nuevo camino. Amaneceres y atardeceres en playas y mares distintos, pero siempre acompañado por el incesante chillido de las gaviotas, el olor a salitre, la dulce caricia del viento.
Hasta que llegan los días en que las risas que deposité en mi infancia el mar me las devuelve y disfruto en él; salto, me zambullo y rio, rio una y otra vez. Mientras ella me mira con los ojos divertidos. Que maravilloso es jugar hasta no poder más, mientras los pies sienten la arena mojada y densa, mientras a lo lejos salta un pez y el sol nos da color.

Es verdad que todo lo que lanzamos al mar, nos lo devuelve. Cuando lo conocí lo quise, y ahora, que lo visito menos de lo que debiera, me devuelve la felicidad sembrada, mientras oculta en sus profundidades las tristezas derramadas en sus orillas. Siempre tiene las virtud de dibujar una sonrisa en su horizonte.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Eres mi sueño




Junto a tí, enredado entre el edredón y un pequeño montón de peluches, abrazándote como quien abraza a la vida; te quise explicar que una vez tuve un sueño. Realmente soñaba con tener una hija, no un hijo no; una hija. Y, jugueteaba imaginando como serías. Mira tú por donde que la realidad ha superado mucho muchísimo mis expectativas; eres increíble. Y así te lo dije. Sé que te gusto, sé que estabas encantada con que papá te dijera eso. Un sueño, algo bonito que nos pinta las noches de colores, de princesas y príncipes, de unicornios con alas y dragones que escupen flores. Un sueño es lo más, es lo que deseas tener y que no llega, ese juguete que solo puedes ver en un pedazo de papel publicitario, esa muñeca por la que suspiras, un viaje a un parque de atracciones del que puedes subir una y mil veces a un avión, a un helicóptero mientras te sientas al lado de Mickey o de Minnie. No tardaste mucho en reaccionar, eres muy rápida e inteligente. Me preguntaste que si yo sabía cual era tu sueño. Me dijiste que era yo.

Tenía un poco abandonado mi blog, mi última entrada pertenece a una noche que no quise olvidar, una noche en la que me empeñaba en ocultar mi preocupación cuando lo que hay que hacer es exteriorizar para solucionar. Una noche en la que sentí que se me va la vida si tú no estás bien. Y hoy, recordando el breve episodio de anoche, he deseado retomar la escritura. Tal vez un día leas esto y puedas sentir lo mucho que te quiere papá. No es difícil dejar que los dedos trabajen sobre el teclado cuando el sentimiento es tan profundo. Sé que soy un gruñón, un chillón y a veces no tengo paciencia y sé que en esta aventura de ser padre no hago otra cosa que meter la pata para volver a aprender. Y es, estas cosas las que te hacen sentir inmensamente bien, inmensamente orgulloso. Algo hago bien, algo hacemos bien. Porque es imposible que sin la ayuda de mamá, pudiera ni siquiera haber llevado a buen puerto un solo día. Mamá, de la que tanto aprendo todos los días.

Sabes Claudia, cuando cierro los ojos al acostarme y los abro al despertar, aparece tu imagen. En cualquier momento de decaimiento, es pensar en ti y subirme el ánimo. Todos los días deseo estar contigo, deseo tenerte, abrazarte, cuidarte, besarte. A veces me enfado, unas veces con razón otras sin ella; pero no tardo mucho en volver a recobrar el humor. Me das mucho más de lo que, tal vez, yo te doy a ti. Me das mil motivos para pelear, un millón por los que sonreír. Me das la vida entera con tu voz, con tus palabras. Estoy más que muy orgulloso por todo lo que haces, por como lo haces: como nadas, como hablas, como haces lo deberes, como escuchas, como razonas, como discutes, como juegas. Te quiero como solo se puede querer siendo padre, con una fuerza de mil volcanes, con un cariño que yo desconocía, con un amor primigenio. Si a veces no puedo explicar como quiero a tu madre, por lo mucho que la quiero; cuan difícil es explicar como te quiero a ti, que formas parte de mi esencia más profunda. Nuestro mundo amaneció el día 30 de enero de 2010; ese mundo que estábamos formando tu madre y yo.

Te quiero Claudia.

Papá.