martes, 5 de abril de 2016

Trazos


No te lo quieres creer, pero el tiempo pasa y cada oportunidad perdida es también una oportunidad para lamentarse. La vida pasa con la celeridad de la estancia en el horizonte de un arco iris y sin embargo, lejos de convertir cada momento en único, a veces me dedico a desperdiciar el tiempo. Solo cuando los días han pasado, es cuando tienes la eterna sensación de no haber hecho todo lo que podías.
Sí, es verdad que las cosas no son fáciles, que de una forma u otra alguien intenta meter tu voluntad en una jaula y no dejar que vuele, la voluntad es la madre de la libertad, y ese agobio del libre alberdrio hace que no te des cuenta que también ahí puedes elegir. Elegir cambiar el mal gesto por la sonrisa, cambiar esa decisión por la contraria, torcer la realidad hasta adaptarla hacia la felicidad que se busca. Si no la propia, si al menos la de aquellas personas que te quieren.

Soy único en dejar escapar días por no haber sabido gestionar el momento, por haberme perdido en decisiones ajenas que, con un poco de inteligencia, podía haber convertido en buenas decisiones. Tenemos demasiadas personas haciéndonos la vida imposible solo por un interés espúreo y egoísta, para no ver la buena voluntad en los gestos más cercanos.

Menos mal que siempre me queda tu sonrisa y la de ella, que aunque a veces me empeñe en eclipsar, siempre surgen tras la sombra.

Con el deseo de ser un poco mejor, porque creo que peor ya no se puede ser, dejo golpear los dedos sobre el teclado en este martes algo lluvioso. Martes de regreso de vacaciones primaverales, de olor a azahar y de deseos sosegados.

Siento ser como soy, pero enfrentarme a mí a veces temo, porque gane quien gane, siempre pierdo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario