miércoles, 9 de agosto de 2023

Heroínas

El mundo es cada vez un poco más vácuo, simple, plano. No sé que clase de ingénio maligno está matando la inteligencia humana cambiándola por estupidez, frivolidad, egoísmo y narcisismo estúpido. Se da más importancia a la apariencia que al conocimiento, lo primero es efímero lo segundo permanece, si no lo cuidas ¿Al final qué eres? Sin embargo, entre mi nihilismo y tal vez desde él, convivo con dos seres revolucionarios en un mundo decrépito. Dos luchadoras de lo cotidiano, dos mujeres mágicas con ideas distintas, con una forma de ver el mundo absolutamente inusual para este 2023. Sin dejarse llevar, contracorriente, lejos de estereotipos. Valorando el ser, el estar, al otro. Sabiendo que conocer es muy importante, que avanzar es necesario, que hacer el bien es fundamental para que esto no quiebre. Dos heroínas en estos convulsos tiempos de ensalzamiento de la estulticia. Dos mujeres que entienden la vida como un camino optimista hacia el crecimiento personal, hacia la superación diaria, hacia el conocimiento. Dos personas que cuando hacen algo, lo hacen bien. La vida la llenamos de cosas que nos gustan, pero a veces nos gustan las cosas porque las creamos. Crear un camino diario distinto y lleno de retos, no es fácil. Y es menos fácil surgir tras cada dificultad con una sonrisa. Tener siempre un rato para una risa, para una conversación, para escuchar. No tenéis idea de lo peculiares que sois, de los distintas, de lo maravilloso que es compartir lo diario con la magia de vuestra luz. No sois conscientes de las veces que echáis una mano a un ser inconsistente como yo. Las veces que me salváis de mi mismo, las ocasiones que teneros me hace sonreir. Lo helada que está la casa sin vosotras, la luz que despréndeis con vuestra presencia. Entrar en la casa y oiros es como llegar a la meta después de una maratón, es la felicidad. A pesar que la gente de este planeta mira su propio ombligo, a pesar que estamos matando a este mundo. Siempre existen heroínas que dan un soplo de esperanza. Yo tengo la suerte de tenerlas junto a mí. Revolucionemos juntos este devenir histérico por el que nos llevan los poderes económicos, esos que nos guían desde la publicidad, los medios de comunicación, las redes sociales. Los que nos dicen lo que tenemos que pensar, hacer, sentir. Desmontemos la realidad, cuestionémonos todos. Y cuando desfallezca, agarradme de la mano y tiradme hacia fuera. Sabéis que mientras queden fuerza en mis venas podéis contar conmigo. Con un solo pestañeo espantáis las tormentas que puedan ensombrecer mi día. Os quiero sin parar.

Ahora que tengo tiempo

Casi sin darme cuenta el galope del tiempo ha conseguido trasladarme desde el invierno triste a este cálido verano, donde, las vacaciones dan un respiro al trepidante día día. Desde mis últimas palabras, de dolor, de adiós, vuelvo por aquí. Ahora que tengo un rato. No se van las voces y caras que quedan en un flash, como una diapositiva perpetua de un momento roto, de una enorme realidad teñida de arañazos envenenados en el abismo inmediato. Desde aquel día, en el que se recortaba el ocaso en el horizonte y la veía sufrir mientras estiraba sus manitas recordando el sesgo de un hecho doloroso, imagen que llevo para siempre como paradigma del amor incondicional. Desde aquel día en que se nos rompió lo cotidiano para siempre, hemos encontrado sustento para seguir en la pelea y rellenar la vida en esta casa con otras estelas de diferentes colores, de maullidos y carreras, de risas, de cariño. A mi me cuesta sustitutir unas patitas que me acariciban la cara por otras cosas, su acurrucarse, su llenarme de vida. Pero he de hacerme a la idea que hay amigos que tienen una vida efímera y que hay que seguir dando la oportunidad a otros seres que la merecen. Como digo, desde aquel día en el que las lágrimas regaban la tarde, han pasado muchas cosas. He descubierto una mirada a mi niñez desde una atalaya majestuosa rodeada de historia, desde allí he podido mirar a los ojos del cielo y creer oir a mi gente que me anima desde las estrellas. He visto el pasado rebotando entre montañas bien conocidas y me he visto saludando desde una roca. He absorbido el viento como si se fuera a parar para siempre, juntando medias horas para el recuerdo de un año singularmente duro. He visto al invierno convertirse en primavera y a la primavera en verano entre idas y venidas, música y más música, ilusiones, esfuerzos y orgullo. He visto emigrar a aves y venir otras.He leido libros espectaculares y han pasado por mis manos futuros prometedores y dolorosas decepciones. En definitiva, ha acabado el curso con la satisfacción del bien cumplido y el merecido descanso. Sin embargo, siguen pesando en la memoría personas que ya no están y, sin querer, cuando bajo la guardia, se cuela de rondón una frase, una melodía, una foto, y te das cuenta del hecho que por mucho que lo intentes, jamás volveras a poder escuchar sus voces. Después, en un arranque de valor, te dices que sí, que la inmortalidad se cuela en cada recuerdo que guardamos, y en ese recuerdo, también está su voz. El problema es que, siempre, como una maldición que muerde, se mecen, aquellas palabras que no se dijeron, aquellas que sí y que no debieron pronunciarse, lo mal hecho, lo no hecho, lo que falta. Y, sin querer, nos olvidamos de lo vivido, lo disfrutado. De las risas, abrazos y momentazos. Es agosto y todo es lento y cálido, pero también es un mes lleno de recuerdos. De una ventanilla de un autobús urbano mirando un ladrillo de un bar mientras por mi mente asomaba la felicidad. Mi padre me llevaba al centro de la ciudad porque eran vacaciones. De una oficina de la estación donde estabamos reservando billetes para un viaje, de una playa. Y, por supuesto, de un largo viaje al norte descubriendo lugares llenos de mágia. De noches mirando las estrellas, de fiestas, verbenas y pirotécnia. De la niñez. Según cumplimos años, las vivencias van cobrando más y más importancia. El verano va madurando, aún queda lo mejor.