viernes, 6 de julio de 2018

Ya pasó un año

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Hay colores que huelen a mar, hay melodías que te llevan donde tu mente siempre quiee estar. Quiero estar abrazando la vida con ellas.
Una carretera nos ha de llevar donde las montañas acarician el cielo, donde confluye el bosque y el agua, donde el frescor se abre paso entre los matojos al mismo tiempo que se esconde un tritón en el agua.
De esa forma nos redimiremos con el verano, de esa forma volveremos a reencontrarnos con el ocio agradable y confortable, lejos de agujas y cansancios, lejos de miedos.
Cogerte de la mano y explorar el horizonte cercano que nos lleva a contemplar el quebrantahuesos y, por un instante, dejar de mirar el ave para miraros y respirar la felicidad de vuestro aliento, la esencial presencia que significa teneros a mi lado.
Será en verano cuando volvamos a vivir experiencias inolvidables, donde fotografiaremos el mundo y colocaremos nombre a los días, donde dormiremos arropados por encima de los mil metros, alborozados de elegante magia.

Solo deseo que lleguen esos días para olvidar aquellos otros, solo quiero sustituir en mi cabeza vuestra tristeza por la alegría, solo quiero acompañaros hasta que no me queden fuerzas y haceros reir hasta que nos duela la boca, y abrazaros muy despacio mientras no queremos que pase el tiempo.

Quiero devolveros cada gramo de preocupación en toneladas de sonrisas, quiero que perdonéis mis malos humores con buenos ratos.

La luz que desprendéis hace que haya mandado al infinito las tinieblas.

Os quiero.


miércoles, 16 de mayo de 2018

Solo tres días




Aflige la pequeña distancia, aflige la pequeña ausencia. Un día sin tu abrazo no es un día completo.
Le falta color al día, le falta alegría al momento, no me encuentro sin encontrarte, no te busco y me pierdo. Las cuatro y media y no voy, no hay que ir porque estás en otro sitio, cerca, pero para mí un universo. Van a ser tres días sin la música de tu risa, sin tu llamada, sin tu mirada.
Me he acostumbrado a rodearme de esos bracitos que cada día son más fuertes, me he acostumbrado que tu pelo roce mi cara y me haga cosquillas, me he acostumbrado a juntar mi nariz con la tuya y jugar a que somos cíclopes mirando a Ulises, tanto me he acostumbrado que solo tres días es un eón sin oírte.
Pronto pasará, pasara en breve, pero es que en la casa hay un silencio pesado que duele, hay una camita vacía que ni mirar puedo sin echarte aún más de menos. Puede que exagere y que las cosas son más sencillas, pero como explicar lo que cuesta levantarse y no encontrarte para darte un beso y decirte un te quiero; ese rito mío al alba que da sentido a los días en que el trabajo a los tres nos separa.
Y qué alegría, que maravilloso momento cuando al fin vuelves, cuando te encuentro en ese abrazo que he imaginado, cuando respiro en tu espalda, cuando me cuentas tus días y me acompañas. Que hermosa es la vuelta cuando tanto te he echado en falta. Mañana sí que me asomaré a tu cama y mientras veo como respirar me regalarás calma.

Solo tres días y ya estás en casa.

Te quiero.

jueves, 1 de febrero de 2018


Se acabó, primera prueba superada. El bicho no ha vuelto y lo tengo a raya, he ganado la batalla y solo queda esperar que también la guerra.
Ahora solo quiero ver sonrisas, quiero ver ojos alegres, quiero dar abrazos sin pensar que, tal vez, estuvieran contados. Quiero mirarlas sin pensar que me pueden perder, quiero que sean felices porque les voy a acompañar en este duro camino, en esta vida llena de tantos problemas que nos crean y nos creamos. Quiero ver llover sin añoranzas y sin nostalgias, quiero gozar del sol con todas las ganas. Quiero morirme de amor cuando mi hija me diga que quiere y quiero emocionarme por ello y no apenarme por poder pensar en la caducidad de mis días que la hagan sufrir.
Esto no ha acabado, pero es un paso importante, muy importante. Veo esperanza casi en los mismos días que, hace un año, veía sombras. Se acabaron los goteros, los cansancios y las nauseas, espero que para siempre.