jueves, 12 de enero de 2012

El contrato de trabajo




El contrato de trabajo comienza cuando una persona (trabajador) pone al servicio de un empleador (empresario) su trabajo. El empresario es el dueño de los medios de producción y es el que carga con los gastos que genera la empresa, está obligado a pagar el salario al trabajador. El Trabajador tiene obligación de poner su fuerza de trabajo (en sentido amplio) al servicio del empleador, para ello pondrá a disposición de la empresa todas sus capacidad técnicas, físicas o intelectuales para el correcto desarrollo del trabajo que se le ha encomendado. Tiene obligación de cumplir un horario establecido en los días que así se disponga en el contrato.




Por tanto, el contrato de trabajo es un contrato sinalágmatico, eso significa que las dos partes tienen derechos y obligaciones.




Esta idea funcionaba bien en los tiempos que había trabajo. De hecho la aprobación del Estatuto de los trabajadores del año 80 es toda una conquista de Derechos laborales que con el transcurso de los años, y sobre todo por culpa del desempleo, se han ido perdiendo. Los distintos gobiernos se dejaron influir por la coacción de los empresarios y en diferentes reformas laborales se iba dotando de privilegios al empresario (subvenciones, contratos basura) y limitando mucho los derechos de los asalariados. Además los tribunales de lo social dieron en sus sentencias (no ajenas a la corriente proempresarial) un imitado poder de dirección al empresario que puede hacer y deshacer en su empresa a su antojo, quedando al trabajador sólo el derecho a la indemnización en caso de despido improcedente, de hecho son muy pocas las sentencias que han declaran los despidos nulos, ni tan solo aquellas que despiden trabajadores de baja, únicamente se declaran nulos aquellos despidos que atentan contra la maternidad, discriminatorios o contra los representantes de los trabajadores.




Llegando a este punto, en nuestro país existe lo que muchos juristas llaman "Despido libre indemnizado". Es decir, te pueden echar cuando quieran pagandote la indemnización, que además en muchos casos es sólo de 20 días por año trabajado, dada la facilidad con que se hacen ERES o se despide por causas tecnológicas u objetivas.




Pues hasta con esto quieren acabar los empresarios. En un terreno bien cultivado para ello: crisis, un paro enorme. Exigen despido barato para acabar con el desempleo. Y ahí es donde empieza la contradicción. La firma de un contrato de trabajo tiene que tener como fin que se cumpla lo estipulado en él, y no establecer como condicion primera la posibilidad de un despido fácil. El empresario necesita la fuerza de trabajo que le aporta el empleado, es necesario que tenga gente en su empresa para poder llevarla adelante. Sin embargo parece que desarrollan la idea que hacen un favor a la sociedad por contratar a gente.




Bajo mi punto de vista sería necesario un cambio de sistema, un cambio de mentalidad. En primer lugar que el trabajador volviera a tener conciencia de clase, solidaridad, tener en cuenta que si todos vamos en la misma dirección todos ganamos. Que los poderes públicos, esos que últimamente nos hacen la vida más dificil, fiscalizasen los contratos de trabajo. Que fueran capaces de evitar que hubiera contratos ilegales (un cincuenta por ciento lo son), que consigueran que se respetaran las horas máximas establecidas por Ley o por convenio (para evitar que un trabajador haga las horas de dos y no se las paguen), que se lograse que los despidos tuvieran causas justas, que se acabara con las subvenciones por contratar esto solo hace que perjudicar a los trabajadores ya contratados (muchos empresarios despiden para poder hacer contratos subvencionados), que hubiera una verdadera fiscalización de las cuentas de las empresas, que se acabara con la economía sumergida obligando a contratar.




Ya está bien de lágrimas empresariales cuando lo que realmente existe es una degradación de la figura del empleado, al que cada vez le quedan menos derechos.




Es imposible acabar con el desempleo abaratando el despido, si un empresario pide eso es porque su idea es poder despedir cuando le de la gana.

sábado, 7 de enero de 2012

NAVIDAD


Hubo un tiempo en el que la Navidad era tiempo de esperanza, de ilusión y de buenas intenciones. Es verdad, que desde hace algún tiempo, estas fechas se han convertido en un afan desmedido por consumir, por gastar, una época en la que la gente se pone de muy mal humor por las prisas, las aglomeraciones y el estrés.
Además, este año, se ha sumado el ataque desmedido de nuestros políticos a los cimientos básicos del estado de bienestar, al desarrollo de toda una serie de medidas que tienden a acentuar las diferencias entre ricos y pobres.
Los políticos, nuestros gobernantes, tienen como misión utópica, el hacernos la vida más fácil. Sin embargo, lejos de eso, se encargan de complicarnos la vida aunque los responsables de nuestra situación sean ellos mismos.
Con una desfachatez digna de la falta de verguenza de la que hacen gala, son capaces de destripar nuestra economía doméstica con la habilidad de un cirujano, de convencernos de que además de que ganamos poco hemos de ganar menos y que por si ello no fuera bastante hemos de pagar más impuestos. Con su el rostro compungido nos dicen que no queda más remedio, que no hay dinero. El caso es que los responsables de la falta de liquidez estatal son ellos mismos, los culpables del desastre económico-social son ellos, los mismos que nos atracan a mano armada cercenando nuestros más básicos derechos laborales, sociales y en ocasiones fundamentales.
No me cabe ninguna duda que existe un interés claro y evidente, desde las entidades financieras, que los pilares básicos del Estado de bienestar (salud y educación) pasen a manos privadas, de esta forma el negocio está hecho, porque una sanidad y una educación pública no son rentables. Así que, para ello no se cortan en empezar a destruir poco a poco los cimientos de nuestro futuro poniendo a los pies de los caballos a hospitales, colegios e institutos. Recortando personal, presupuestos e incluso material.
El colofón, la mayor falta de verguenza, el record en caraduras, ha llegado en la comunidad Valenciana. El PP lleva gobernando casi desde tiempos inmemoriales despilfarrando por doquier, gastando en grandes eventos (fórmula 1, visita del Papa, aeropuertos que no tienen aviones) y las arcas de la autonomía se han quedado sin un euro. Pero en lugar de que esos gestores nefastos, esos manirrotos del dinero ajeno dimitan o vayan a la carcel, hemos de pagar el resto, funcionarios (sobre todo de educación y sanidad...curioso ¿no?) y ciudadanos esa malversación de caudales públicos del que han hecho gala tanto politicastro arrogante y autoritario.
Así que, las Navidades que han estado a caballo entre el año 2011 y el 2012 serán recordadas no por los villancicos o por el turrón, sino por el establecimiento del estado del malestar.