martes, 14 de junio de 2016

Luces de cambio




No es una sensación agradable tenerte que ir porque no te valoran. Pero, al mismo tiempo, lo más importante es que te puedes ir. Se acaba la etapa de ser una especie de mueble, apartado, consumiéndose en las horas largas de los rutinarios días. Cambio de lugar, no sé si será para bien, lo que sí que sé es que será para hacer más.

Dejo atrás muchas cosas vividas en este edificio, cosas que me ocurrieron fuera. Si en mi anterior etapa, la vida laboral y la personal anduvieron muy unidas, regalándome episodios maravillosos, después que me ocurriera lo peor de mi vida. En esta etapa, todo lo bueno ha ocurrido fuera. Lo mejor de mi vida.

La vida tiene estas cosas, el cambio aquí, me trajo la desidia en lo laboral, y la luz en lo personal. Enamorarme como la primera vez y tener en nuestras vidas la niña más maravillosa que puede existir. Mientras aquí, en el trabajo, todo era gris y oscuro, fuera de él todo era (es) luminoso, perfume infantil, abrazos, besitos y dibujos animados. Cariño primordial, ganas de querer hasta reventar.

Me marcho de aquí con ganas de irme, con ganas de sentirme útil en mi puesto de trabajo, que no me traten como tonto. Me voy buscando poder tomarme un café con un compañero que no guarde ases en la manga, de poder hablar con gente que anduvo en mi vida cuando era feliz trabajando. Será genial poder ser feliz fuera y dentro del trabajo, de venir a trabajar para resolver problemas, para dar algo de lo mucho que tengo dentro. Aunque sea únicamente el músculo de mis piernas para llevar papeles de una punta a otra. De sentir el sol en la cara y la brisa secando el sudor. De poder revivir.

Queda ya muy poquito, y pronto, muy pronto escribiré un nuevo episodio en el que podré contar nuevas vivencias, nuevos problemas, nuevos compañeros. Ojalá la etapa sea propicia.



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