miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vivir con miedo.




En todas las épocas, en todas las edades del hombre el miedo ha servido a los mismos intereses. Sabiamente utilizado ha sido el arma poderosa usada para mantener el status quo.
El miedo ahoga, no deja decidir, coarta la libertad más básica. Impide que nos movamos con libertad, que digamos lo que pensamos, que exijamos lo que creemos justo, que nos levantemos y gritemos ¡Basta ya!
Algunos hablan espantados de aquel terrible tiempo en el que no opinar igual que el poder podía acabar con tu vida. En el que tu forma de pensar podía ser delito. Se habla de ello como de algo remoto, superado. Y sin embargo…no es así. Lamentablemente vivimos una época en la que podemos nombrar nuestros derechos pero tenemos miedo a poder ejercerlos. Tenemos una libertad de expresión que se queda en algo vacio, testimonial…absurdo. Todo el mundo sabe que tiene derecho a cobrar por las horas que se trabaja, pero se tiene miedo a que te despidan si exiges el dinero que te deben. Se tiene derecho a un ambiente de trabajo sano y digno, pero se tiene miedo a denunciar la falta de seguridad y de salubridad. Se tiene derecho a poder pedir permiso para ir al médico, pero mejor voy cuando no trabaje por si me despiden. No existe amparo ante el poder omnipotente de quien tiene la sartén por el mango, esos que con todo el cinismo del mundo piden austeridad en los salarios y el despido libre.
Pero hay más miedos: Tenemos miedo a que no nos funcione el ICP o el contador de Iberdrola y esta nos clave una factura desorbitada. Tenemos miedo a que hayamos hecho mal la declaración de hacienda y sin venir a cuento nos multen. Tenemos miedo a no pagar a los gorrillas y que nos rayen el coche. Tenemos miedo a denunciar a quien nos molesta, a quien nos agrede, a quien ensucia las calles con su perro, a quien hace botellón , a quien fuma en el parque, en el ascensor, o en el bar, a quien con su estupidez nos hace la vida más difícil. Todo ello porque esta gente utiliza la violencia como arma o al menos eso creemos.
Estamos en crisis y con el miedo nos tienen callados, con el miedo justifican injusticias y no protestamos, con el miedo vemos como el banquero se enriquece, como el político se sube el sueldo, como nuestro jefe gana los mismo y despide a compañeros, como la gente no dice nada…por miedo. Y es en ese instante te das cuenta que todas aquellas personas que piden tu voto para gestionar tu mundo se encargan de hacerte la vida imposible.
Despertemos un poquito cada día, callar no mejora las cosas, sólo las deja como esta. O peor, ante nuestro silencio el poder se engrandece, el tirano nos aprieta más. El miedo lo ocupa todo y no nos deja respirar. No hace falta alardes de valentía, sólo hablar, sólo decir que no somos tontos, sólo responder que cuando nos pisan nos quejamos, cuando nos roban denunciamos. Esos que nos mandan son parásitos que nos chupan nuestra fuerza vital, que no paralicen nuestros pensamientos.
No es bueno vivir con miedo.

sábado, 18 de junio de 2011

No les gusta nuestra voz.




Hoy he visto imágenes, caras asustadas, gestos de dolor. Una mujer llorando después de ser golpeada, rostros con miedo, con estupor. Un codo enrojecido por la sangre. Brazos en alto pidiendo tranquilidad, sombras con cascos y porras golpeando sin razón. Aquellos que nos tienen que proteger estaban pegando a inocentes, a gente que pedía justicia, a los mismos que con sus impuestos les pagan su sueldo. Los poderosos sueltan a sus perros, a sus lacayos, a sus autómatas sin cerebro que pegan para callar a quienes han dicho basta.
Se ha levantado la voz, se ha cuestionado el sistema, la democracia. Se ha gritado que estamos hartos de mangantes en las instituciones, de recortes sociales, de que amputen nuestros derechos. Que estamos hartos de tener menos para quien tiene mucho tenga más. Y esto no ha gustado.
Los poderes facticos actuán con sus armas. Los medios de comunicación subrayando aquello que más interesa a su ideario, aquello que más beneficia al jerifalte de turno. Los gobernantes con vías de hecho (como siempre) saltándose sus propias leyes a la torera porque les pitan los oidos.
Nos quieren quitar hasta el derecho a opinar y para ello utilizan los medios más torticeros. Nos mienten, nos engañan, y cuando eso no basta nos pegan ¿cómo pueden ser tan cínicos de hablar de violencia después de las cargas policiales? ¿Cómo pueden hablar de antisistemas cuando el sistema ampara sueldos de 654 euros por 40 horas de trabajo? Todo aquel que no comulga con aquello que dictan sus señorías es un antisistema y luego no les puedes pedir cuentas por lo que prometen y no cumplen, por lo que hacen y no pagan. Sin embargo...ellos, desde su atalaya, desde el Olympo de su egolatría se autoimponen sueldos vitalicios y millonarios, mientras a nosotros nos miran compungidos para pedirnos comprensión y recortes.
Ojalá el movimiento no decaiga, a pesar que estan haciendo todo lo posible por talar las raices que lo sustenta, generando confusión y dudas. Mandando a sus correligionarios a calumniar, ocultando lo importante y dando paso a lo accesorio, fijándose más en como es el que protesta que lo que dice. Mundo de locos en el que se valora más un buen traje que un buen cerebro (qué se lo digan a Camps).




* La imagen la he extraido de http://layijadeneurabia.com/

martes, 12 de abril de 2011

El Puntal dels LLops

Desde allí arriba la panorámica de Olocau es excelente y se pueden sentir los siglos bajo tus pies. Se trata de un poblado Ibérico, seguramente desconocido para muchos valencianos, enclavado en una pequeña montañita llamada "El Puntal dels Llops". Se accede por una senda que empieza casi desde la carretera que nos lleva de Betera a Olocau,en el camino al cementerio. Un recorrido sinuoso pero sencillo que dulcemente nos va elevando hacia la cima de este enclave tan peculiar. Se puede disfrutar en el paseo del agradable olor a espliego y tomillo, si tenemos suerte nos podemos cruzar con alguna perdiz y algún que otro reptil de pequeño tamaño. Tal vez, en días muy propicios, podamos ver como unos sobrevuela algún aguila culebrera. Y, en apenas 20 minutos o para los más remolones un poco más, nos encontraremos en este pequeño asentamiento que nos muestra un maravilloso ejemplo de cotidianiedad prehistórica. Ahora que se acerca la semana santa siempre se puede aprovechar para hacer una pequeña escapadilla y visitar este lugar.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Turbio horizonte




A grandes pasos pasea el caminante por la ciudad, conjunto de voces y vidas enclaustradas en 80 metros cuadrados. Lleva mucho tiempo caminando y desde que empezó no puede dejar de sentir algo dentro de él. Lo podría definir como miedo. No es un hombre miedoso, nunca lo ha sido. Sin embargo siente que las miradas se clavan en él, tal vez no es una mirada concreta, sino como una especie de entidad vaga que envuelve la atmosfera urbana. No es la mirada de aquel transehunte de mirada adusta y rostro sombrío lo que le da miedo. No es eso. Tampoco tener que esquivar bicicletas que parecen estelas de colores por la acera, ni siquiera es el miedo a cruzar un semáforo en verde, aunque te juegues la vida por esa manía de no respetar las mínimas normas de conducción. Ni es el miedo que se puede experimentar al pasar por un parque infantil astestado de mentes enturbiadas por el alcohol que ha desplazado las risas de los niños por los gritos desaforados de almas en pena a los 20 años de edad.
No, realmente el miedo que siente el caminante va más allá de lo tangible, es algo que se respira y se exhala, da sensación de vertigo. Es como esa escena de la Historia interminable en el que la nada engulle al pais de los cuentos porque los niños no creen en ellos, porque no leen. Ahora la nada engulle a la sociedad que conocíamos, a la socieda que teníamos, porque la gente que vive en ella no cree en la libertad, no cree en la justicia, no cree en la solidaridad. Los valores ya han sido engullidos, la ideología desintegrada, la educación desollada.
El caminante suspira profundamente, sabe que torcerá la esquina y aun habrá calles, luces y coches....pero ¿hasta cuando? Él sólo puede caminar porque hace tiempo que perdió su hogar, su coche, su vida. Un buen día tuvo que defender a una vecina del ataque desenfrenado de su marido, tuvo mala suerte. Un mal golpe llevo al agresor a la tumba. La sentencia condenó a quien quiso ayudar a diez años de carcel y a pagar a la viuda una buena cantidad de dinero. La viuda declaró en contra. Ayudar no está bien visto.
Lleva caminando desde hace dos días, desde que dejó la prisión, y siente que caminará sin descanso hasta la muerte, de todas formas ya lo mataron hace siete años.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Otoño




Llega el otoño con sus recuerdos de libros nuevos, cartera recien estrenada, nuevos lápices de colores, olor a aula y a madrugones. Por aquel entonces, septiembre nos regalaba mañanas frescas en las que ya hacía falta ponerse una chaqueta, ahora el calor estival es reacio a marcharse y todavía es tiempo de manga corta.
Los tonos ocres y amarronados empiezan a teñir nuestros parques y jardines, en el bosque las aves prepararan su vuelo para pasar el invierno en el norte de Africa, mientras otras buscan su residencia invernal en nuestras tierras. Muy pronto, buscadores de setas poblarán los pinares y cuando nos queramos dar cuenta la Navidad llamará a la puerta cuando el otoño nos diga adiós.
Pero si algo caracteriza esta estación es la lluvia, a veces torrencial, otras escasa. No había mejor juego en mi niñez que calzarse unas botas de agua y chapotear en todos los charcos y aprovechar el barro para jugar al dolar con una barra de hierro, o al "corta terrenos" o tantos y tantos juegos de temporada. Supongo que ahora, la play station se encargará de amenizar las tardes de lluvia a los chavales de otra forma, más moderna seguro, mejor no.
A disfrutar del otoño, con sus olores a musgo y tierra humeda, pisando en nuestro pasear la hojarasca y los charcos, sintiendo en nuestra piel el primer frescor después del duro verano.

martes, 7 de septiembre de 2010

Sin oxígeno




Alguien soltó a la bestia. De forma intencionada, haciendo gala de un absoluto desprecio por la vida, por el futuro, por la tierra. Alguien soltó al monstruo consciente de que su voracidad no tiene límites y que allá por donde pasa deja un rastro de arida tristeza, de animales muertos, y árboles destruidos.
Son las ocho de la mañana, y desde anoche, una zona hermosísima de la geografía valenciana está viendo como la furia del fuego está convirtiendo el paisaje en una negra cicatriz, tan negra como la muerte.
Por supuesto es la mano del hombre una vez más la que se ha encargado de esta "maravillosa obra", una vez más la ceguera más absurda del ser humano, su egoísmo, su estupidez está dejando sin oxígeno esta tierra, su tierra, nuestra tierra, y la tierra de nuestros hijos. No se pone el hincapié suficiente en erradicar para siempre estas alimañas de nuestros bosques.
Es una mañana triste y gris, ojalá pronto sea controlado el incendio y se cause un mal menor, pero el daño ya está hecho, el dolor a nuestra montaña ya se le ha producido. Miles de animales ya no tendrán casa, cientos de personas verán peligrar su hogar sino lo han perdido ya. Es una locura, una sinrazón, una aberración más de este ser tan estupido como destructivo que es el ser humano.

lunes, 28 de junio de 2010

CRISIS




Primero nos dicen que no nos preocupemos, después, de una forma machacona e insistente nos quieren convencer que el mejor camino para poder vivir es vivir peor. Es en ese instante cuando te preguntas ¿Qué es peor?
Lanzan mensajes de pesimismo para inyectarnos la idea de que lo mejor para todos es que renunciemos a aquello por lo que hemos peleado durante decadas. Tanta lucha social, tanto sufrir, para que ahora con la excusa de una crisis económica, tan planeada como artificial, quieran de un plumazo acabar con los derechos sociales. Después de tanto gasto absurdo, de despilfarrar el dinero del contribuyente, de embolsarse ingentes cantidades de dinero sin venir a cuento, de pagar sueldos a asesores amigos y familiares de no sé que politicastro, después de que tantos bancos concedieran prestamos hipotecarios con tanta facilidad en pro de la especulación inmobiliaria, después de todo eso, los que asistimos como meros espectadores de esos desmanes somos los que tenemos que pagar las burradas e insensateces de todos estos torpes caraduras. Tienen la desfachatez de pensar que un sueldo de 1000 euros mensuales (quien llega) es susceptible de ser rebajado, o de que pensiones de 700 euros tienen vocación de poder soportar el poder de la congelación.
En la empresa privada quien hace una mala gestión o no cumple los objetivos se va a la calle, no sé a que esperan a irse todos los responsables de esta forma tan desastrosa de gestionar un país. Paradójicamente ellos facilitan el despido de aquellos que se levantan a las seis de la mañana para trabajar diez horas, cobrar ocho y ganar al mes una décima parte (en el mejor de los casos) de lo que ellos cobran. Creo que la palabra hipocresía la inventó un político.
A veces, parece que las grandes crisis estén creadas para rebajar derechos de las personas. Cuando ocurre un gran atentado terrorista se coarta la libertad de los pobres inocentes que pululamos por este mundo y cuando llega la crisis aprovechan para rebajar los derechos de los trabajadores, recortar derechos sociales y desmantelar el estado del bienestar (o del "regularestar"), es una gran oportunidad, metamos miedo y de esa forma está justificada que la lima del autoritarismo lacere los derechos, ya deteriorados, de los contribuyentes.
No sé como se puede conseguir crear empleo facilitando que ante una pérdida paupérrima de beneficios en una empresa se pueda ir gente a la calle, o facilitando la puesta de patitas en la calle de cualquier trabajador que exija dignidad en su trabajo. No sé como se puede activar la economía congelando pensiones, rebajando sueldos o subiendo el IVA, debo ser muy torpe o no fuí ese día a clase de microeconomía, pero no lo entiendo. Sólo sé que les viene muy bien esta crisis a los ricachones, esos que se piensan que van a vivir para siempre, para hacer caja. Y mientras, los demás, como siempre, a pagar los platos rotos de un desastre que no hemos generado.