sábado, 20 de enero de 2024

Enero

El atardecer nos acompaña en una tarde de enero, y es justo en un instante cualquiera cuando me vuelvo a dar cuenta de la suerte que tengo. Las notas de una canción, tu voz acompasando los acordes de un tema que te encanta, una luz naranja entremezclando el verde de alguna montaña. Y verte relajada, feliz, tranquila. Me cuesta luego dejarte para que, una tarde más, aprendas a hacer vibrar el aire con la música, me hubiera quedado abrazado a tí. Me pareció tan tierna la fusión de luz y música contigo que me di cuenta que solo respiro porque el aire gira alrededor de tí. Hace ya unos años, cuando la luz volvía desde las penumbras, tú y yo paseabamos bajo un sorprendente sol de enero; brillante, cálido. Después de jugar un rato y reirnos como tú y yo sabemos, nos dirigimos por un sendero entre los pinos, esos pinos que te han visto crecer de fin de semana en fin de semana. Fue un especie de fiesta en silencio en el que los dos nos dimos cuenta que todo había pasado. Yo estaba bien, gracias a tí. Cada gotero que terminaba era un gotero menos para verte, cada ciclo que pasaba era uno menos para poder correr como antes, para poder recorrer todo nuestro mundo con la misma fuerza que antes. Tu imagen entrando al colegio, una estela con una mochila a la espalda, tu mirada de preocupación de los lunes, tu llanto que el miedo hacía aparecer; ese guante de fuerza que me arrojabas para que pegara un puñetazo a la realidad y mandara lejos la pesadilla. Gracias a tí todo fue más sencillo, gracias a tí es fácil convertir en luz la ceguera de los días tristes. Tu madre y tú sois la mejor medicina contra cualquier monstruo. El cariño y el optimismo, abrazos y besos. Este lunes pasado, volví a sentir lo mismo, que eres absolutamente imprescindible, que cada globulo rojo que corre por mis venas canta tu nombre, que cada día es una fiesta porque lo habitas. Eres casi una mujer, pronto cumplirás 14 años, y no me puedo sentir más afortunado. Cada día que pasa un poco más orgulloso, cada día contigo un privilegio. Necesitaba escribir un poquito sobre todo esto porque hay días en los que nos enfadamos, reñimos y no me porto bien del todo contigo. Tú no tienes la culpa que la realidad nos siga queriendo poner trabas en nuestro sueños y nos oculte que lo importante de la vida es la vida misma y no las obligaciones que nos imponen una sociedad desquiciada y con aires de grandeza. Cuando discutimos y te miro a los ojos, veo el daño que te hago y vuelvo a verte jugando conmigo al ajedrez como aquel triste día de marzo en el que el mundo se tambaleaba ante mí, con esos ojos tristes de miedo, miedo a perderme. Que sepas que, cada vez que te riño, resuena en mi cabeza un grito de alguien que me dice lo injusto que soy. Y lo soy. No me vas perder nunca, porque tú siempre me salvas. Te quiero infinito.

miércoles, 9 de agosto de 2023

Heroínas

El mundo es cada vez un poco más vácuo, simple, plano. No sé que clase de ingénio maligno está matando la inteligencia humana cambiándola por estupidez, frivolidad, egoísmo y narcisismo estúpido. Se da más importancia a la apariencia que al conocimiento, lo primero es efímero lo segundo permanece, si no lo cuidas ¿Al final qué eres? Sin embargo, entre mi nihilismo y tal vez desde él, convivo con dos seres revolucionarios en un mundo decrépito. Dos luchadoras de lo cotidiano, dos mujeres mágicas con ideas distintas, con una forma de ver el mundo absolutamente inusual para este 2023. Sin dejarse llevar, contracorriente, lejos de estereotipos. Valorando el ser, el estar, al otro. Sabiendo que conocer es muy importante, que avanzar es necesario, que hacer el bien es fundamental para que esto no quiebre. Dos heroínas en estos convulsos tiempos de ensalzamiento de la estulticia. Dos mujeres que entienden la vida como un camino optimista hacia el crecimiento personal, hacia la superación diaria, hacia el conocimiento. Dos personas que cuando hacen algo, lo hacen bien. La vida la llenamos de cosas que nos gustan, pero a veces nos gustan las cosas porque las creamos. Crear un camino diario distinto y lleno de retos, no es fácil. Y es menos fácil surgir tras cada dificultad con una sonrisa. Tener siempre un rato para una risa, para una conversación, para escuchar. No tenéis idea de lo peculiares que sois, de los distintas, de lo maravilloso que es compartir lo diario con la magia de vuestra luz. No sois conscientes de las veces que echáis una mano a un ser inconsistente como yo. Las veces que me salváis de mi mismo, las ocasiones que teneros me hace sonreir. Lo helada que está la casa sin vosotras, la luz que despréndeis con vuestra presencia. Entrar en la casa y oiros es como llegar a la meta después de una maratón, es la felicidad. A pesar que la gente de este planeta mira su propio ombligo, a pesar que estamos matando a este mundo. Siempre existen heroínas que dan un soplo de esperanza. Yo tengo la suerte de tenerlas junto a mí. Revolucionemos juntos este devenir histérico por el que nos llevan los poderes económicos, esos que nos guían desde la publicidad, los medios de comunicación, las redes sociales. Los que nos dicen lo que tenemos que pensar, hacer, sentir. Desmontemos la realidad, cuestionémonos todos. Y cuando desfallezca, agarradme de la mano y tiradme hacia fuera. Sabéis que mientras queden fuerza en mis venas podéis contar conmigo. Con un solo pestañeo espantáis las tormentas que puedan ensombrecer mi día. Os quiero sin parar.

Ahora que tengo tiempo

Casi sin darme cuenta el galope del tiempo ha conseguido trasladarme desde el invierno triste a este cálido verano, donde, las vacaciones dan un respiro al trepidante día día. Desde mis últimas palabras, de dolor, de adiós, vuelvo por aquí. Ahora que tengo un rato. No se van las voces y caras que quedan en un flash, como una diapositiva perpetua de un momento roto, de una enorme realidad teñida de arañazos envenenados en el abismo inmediato. Desde aquel día, en el que se recortaba el ocaso en el horizonte y la veía sufrir mientras estiraba sus manitas recordando el sesgo de un hecho doloroso, imagen que llevo para siempre como paradigma del amor incondicional. Desde aquel día en que se nos rompió lo cotidiano para siempre, hemos encontrado sustento para seguir en la pelea y rellenar la vida en esta casa con otras estelas de diferentes colores, de maullidos y carreras, de risas, de cariño. A mi me cuesta sustitutir unas patitas que me acariciban la cara por otras cosas, su acurrucarse, su llenarme de vida. Pero he de hacerme a la idea que hay amigos que tienen una vida efímera y que hay que seguir dando la oportunidad a otros seres que la merecen. Como digo, desde aquel día en el que las lágrimas regaban la tarde, han pasado muchas cosas. He descubierto una mirada a mi niñez desde una atalaya majestuosa rodeada de historia, desde allí he podido mirar a los ojos del cielo y creer oir a mi gente que me anima desde las estrellas. He visto el pasado rebotando entre montañas bien conocidas y me he visto saludando desde una roca. He absorbido el viento como si se fuera a parar para siempre, juntando medias horas para el recuerdo de un año singularmente duro. He visto al invierno convertirse en primavera y a la primavera en verano entre idas y venidas, música y más música, ilusiones, esfuerzos y orgullo. He visto emigrar a aves y venir otras.He leido libros espectaculares y han pasado por mis manos futuros prometedores y dolorosas decepciones. En definitiva, ha acabado el curso con la satisfacción del bien cumplido y el merecido descanso. Sin embargo, siguen pesando en la memoría personas que ya no están y, sin querer, cuando bajo la guardia, se cuela de rondón una frase, una melodía, una foto, y te das cuenta del hecho que por mucho que lo intentes, jamás volveras a poder escuchar sus voces. Después, en un arranque de valor, te dices que sí, que la inmortalidad se cuela en cada recuerdo que guardamos, y en ese recuerdo, también está su voz. El problema es que, siempre, como una maldición que muerde, se mecen, aquellas palabras que no se dijeron, aquellas que sí y que no debieron pronunciarse, lo mal hecho, lo no hecho, lo que falta. Y, sin querer, nos olvidamos de lo vivido, lo disfrutado. De las risas, abrazos y momentazos. Es agosto y todo es lento y cálido, pero también es un mes lleno de recuerdos. De una ventanilla de un autobús urbano mirando un ladrillo de un bar mientras por mi mente asomaba la felicidad. Mi padre me llevaba al centro de la ciudad porque eran vacaciones. De una oficina de la estación donde estabamos reservando billetes para un viaje, de una playa. Y, por supuesto, de un largo viaje al norte descubriendo lugares llenos de mágia. De noches mirando las estrellas, de fiestas, verbenas y pirotécnia. De la niñez. Según cumplimos años, las vivencias van cobrando más y más importancia. El verano va madurando, aún queda lo mejor.

lunes, 6 de febrero de 2023

Rayito

Saliste el primero de la caja, con tu andar gracioso, como a saltitos con las patas traseras, con tu carita de osito en miniatura. Todos creíamos que de la camada nadie le querría y sin embargo tuve la suerte de elegirlo antes. Sé que la casa andaba coja sin tu compañera, esa a la que perseguías y le hacías un poco la puñeta, esa que no te dejaba pasar cuando te cortábamos el pelo. Supongo que no nos dábamos cuenta que la tristeza te estaba haciendo daño o, tal vez, las ganas de verla te hacían desear seguir su camino. Hoy te has ido, de golpe, dándonos en la cara con la realidad de un lunes oscuro. Hoy te vas a nuestro pesar, a seguir el camino que marcó nuestra reina felina y que tú, rey de la casa, has querido tomar. La casa está vacía de repente, se han acabado las carreras, los maullidos, los pasitos encima de mi tripa en el sofá, el golpeteo de tu cabeza en mi pierna;se han terminado las peleas para cortarte el pelo, darte malta porque tosías, saber que venía Vero porque te ibas a la puerta; ya no hay que abrir con cuidado, porque ya no estás, ya no tendremos que meterte en casa mientras te rozas por la pared del rellano mientras salías a explorar otras casas. Ya no llenarás el espacio con tu elegancia. No habrá ruido en el arenero, no habrá ruido en el comedero, ni salpicaduras de agua, ni pienso por el suelo....ya no estás....me rompo de pena Rayito. Que crueldad enorme creó la sinrazon de la muerte cuando nos habéis regalado la vida, porque no sois inmortales más allá de nuestra propia imaginación, porque no os engancháis a la realidad con vuestras siete vidas, porque se me quiebra el aliento a volver a decir vuestros nombres ¿Por qué os tenéis que ir si sin vosotros todo es peor? No sé el tiempo que tardaré en volver a reencontrarme en esta casa sin que me déis el regalo de vuestra compañía. Seguro que más de una vez os veré corretear por el rabillo del ojo. Gracias Rayito por ser paciente conmigo, gracias por darme el cariño que me has dado cada día, tus lametones en la mano, tu restregones en mi pierna. Nada va a ser igual sin tí. El silencio que deja tu ausencia va a ser tan estridente como doloroso. Solo espero que tengamos fuerzas para recordar que en algún lugar seguirás siguiendo cinturones de batín, ratoncitos de juguete y podrás dormir con un pez de mentira igual que el que aquí dejas huérfano ....igual que nos dejas huerfano de tí...amigo. Tal vez maulles tan fuerte en las estrellas que tengamos la suerte de oirte y, seguro que una estela negra ensombrece la luna cuando salgas del arenero que está tras el arcoiris. Da recuerdos a Corita. Te quiero mucho Rayito.

domingo, 25 de diciembre de 2022

Corita

Hace algo más de 14 años que llegaste, estabas en una jaula en un veterinario de Puerto de Sagunto. Nuestros comienzos no fueron muy buenos, tenías miedo y me diste un buen arañazo. A partir de ahí caricias, mimos, ronroneos y cariño. Hoy, a tu pesar, la maldita enfermedad ha acabado con tu resistencia y, te has tenido que ir, dejándonos rotos, cojos, con un color menos en la casa, con un sonido menos que nos acompaña. El silencio es pesado y duro. No estás, no vendrás. Hace un año te ingresaron, estuviste muy malita, y soñaba con que volvieras a casa, poder abrazarte, sentir tu ronroneo. Hoy, el solo hecho de pensar que eso no va a ocurrir, que ya no vendrás me quema como un tizón. Cuesta asimilar que ya no estás. Quien va a buscar ahora las caricias mientras hablo por teléfono, quien se va a acurrucar ahora junto a mí en el sofá, a quien buscaré por la mañanas en el comedor cuando me levante y Rayito no haga más que maullar. Donde va a estar ahora el aliento de la mañana que ayuda a mi día a día y que me hacía tan feliz. El beso a Claudia, el beso a Vero y la caricia a Corita. Me he quedado cojo de esta maravillosa rutina. Un ratón de juguete era cazado de forma insistente en el pasillo y me traias el trofeo, saltabas a quitarme la silla en cuanto me descuidaba, te subías encima de mi para hacerme compañía, me buscabas, me hacía reir, me hacía disfrutar. Cuantas horas contigo llenándo la casa de luz cuando estaba vacía, Cuanto cariño en cada maullido. Que maravillosa inteligencia cuando ibas a hablar con Claudia, porque hablabas con ese maullido que contestaba a lo que preguntabas. Cuidaste de Claudia cuando era chiquitita aguantando con paciencia algún tironcillo de rabo, siempre pequeño, cuidando su sueño al lado de la cuna. Me diste ánimo mientras mi cuerpo asimilaba la quimioterápia en los días grises de mi enfermedad. Y ahora, ahora va a faltar un estela gris corriendo por la casa, la sorpresa de un ronroneo que avanza por un rinconcito de este hogar, desde hoy, más descolorido y más tristón. Cuando piensas en que algún día no estarán estos maravillosos seres que te acompañan en tu día a día, entra vertigo, y cuando ocurre, algo se quiebra. Corita, te hemos querido muchísimo, seguramente no lo suficiente, seguramente no tanto como tú a nosotros. Seguramente estarás en algún rinconcito del firmamento correteando de nuevo, con suerte conoces a otros amigos que ya se fueron, lo mismo te adoptan en el más allá y te hacen sentir bien, feliz. Aquí, nosotros, nos quedamos soñando que aún te podemos ver, aunque ya no sea así, jugueteando con tus recuerdos, ahora dolientes, más tarde seguro que reconfortantes. Orgullosos de haberte tenido, de haberte querido, de haberte cuidado. Sabía que iba a dolernos cuando te fueras, pero jamás lo sabes hasta que no te enfrentas al vacío que dejas. No me puedo quitar de la cabeza tus ojos, el tacto de tu pelo, tus patitas, tu maullido, tu ronroneo. Es que has sido absolutamente increíble, especial, única. Y va a ser duro enfrentarse a una casa sin tí. Gracias por cada minuto que te hemos disfrutado y ojalá nos puedas ver y saber que te echamos de menos. Adiós Corita.

miércoles, 13 de julio de 2022

Rompe el tiempo

No han dejado de resonar los ecos de los acordes de un música de despedida y ya, donde antes habían palabras de felicidad, ahora solo hay silencios. No dejo de pensar en aquel maravilloso día en el que nos reunimos todos, lo feliz que eras, lo felices que fuimos. Si no era 7 de julio, cerca andaba. Pero ahora todo esfuerzo queda en el aire, en un fatuo atisbo de querer donde no hay. Te arrebataron del tiempo y solo quedan recuerdos. Es difícil acostumbrarse a no llamarte, no decirte, no escribirte, no pensarte. Porque pensarte ahora como presente, es desear no pensar. Tengo demasiados huecos en mi alma generados por el vacio de la gente que se me he ido, pero tú, tú me dueles más de lo que ni siquiera quiero pensar. No soy capaz de despedirme. Ni un mensaje, ni una llamada, ni un pensar en un regalo, ya nada se puede hacer porque eres tan solo inmortal en la gente que te quiere, pero eso, por desgracia, no basta para traerte de vuelta. Y, cuando llegan estos días, es cuando uno se da cuenta que esto es real, que por mucho que niege en mi conciencia interna, te fuiste hacia donde no se puede volver. No hay sortilegio que pueda llevar mi voz hacia tí, pero ojalá sí que exista el milagro de la coexistencia de dos mundos en planos distintos y desde allí, puedas leer que te echo de menos. Que no ha habido día en estos desgraciados meses en que no haya pensado en lo mucho que me diste y lo poco que te lo agradecí, que me duele no haber estado más contigo en el último año, que voy a llevar siempre en mi pesar el tiempo que no hemos compartido. Que eres tan importante que quema tu ausencia como la de un hermano, porque para mí has sido mi hermano, mi amigo y mi tío. Porque sín tí no sabria apreciar una miriada de cosas que me enseñaste. No creo que haya ninguna forma de romper el tiempo para desarte feliz cumpleaños. Pero yo lo intento.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Para no olvidar

Te hubiera encantado vernos. Allí estabamos todos, como en una reunión de amigos, alrededor de tu recuerdo. Uniendo la energía suficiente para darte alas y que vueles, que puedas volar donde tú quieras, donde puedas sonreir. Te hubiera encantado verlas, a tu mujer a tu hija, valientes ante todo, con el aliento contenido, el alma rota en un esfuerzo por velarte y despedirte, pero sabiendo que te marchabas con el tiempo agotado por una condena injusta. Te hubieras sentido orgulloso de su entereza, saber estar, amor a toneladas, cariño infinito. Te hubiera encantado verlos, a tus amigos. Enganchados a tu recuerdo, sabiendo que te ibas para no volver dejándoles recuerdos maravillosos de un ser de luz, lleno de bondad, de altruismo, de mágia. Se quedan pintando tu recuerdo en un cuadro imaginario en el que una tarde de domingo, con un tocadiscos antiguo o una radiocassette estéreo os pasábais horas bajo la sombra de un bosque o en la arena de una playa, o simplemente tomando algo en casa de uno o casa de otros. Un viaje, una cerveza en un mar, una discoteca antigua, el cine de barrio. Vuestra maravillosa juventud que tú nunca perdiste. Te hubiera gustado vernos, a tu familia. Con la rabia de alguna estridente ausencia ahí estábamos todos. Con una idea común: Te ibamos a echar mucho de menos. Y a poco que echáramos la vista atrás nos encontrábamos con tu insustituible presencia haciéndonos felices. Acompañando nuestros días con tu maravillosa sonrisa, tu carraspeo entrañable, tu forma de pronunciar las "S". Tu cariño sin límites, tu ofrecimiento constante, tu estar ahí porque sí. Cenas, comidas y risas. Cines, ferias y fiestas. Olocau, Navidad y las Fallas. Siempre habrá una silla en la que nos faltes. Me hubiera gustado verte, para decirte que no tengo palabras para describir la maravillosa niñez que me construiste, que no puedo encontrar en mi vida un momento feliz en el que no estés ahí. Que también estabas en muchos momentos tristes en los que me reconfortaba verte. Que corrias a buscarme si me veías mal, que sé que hubieras dado cualquier cosa por mí. Que nunca te he dicho lo importante que has sido en mi vida, lo que has significado para mí. Que me quedo con muchas cosas tuyas. Que te voy recordar poniendo cada día una canción que te gustaba para que, tal vez, la oigas y sepas que estoy pensando en tí. Que te quiero tío. Pero, tal vez, nos vistes. Tal vez estabas escondidito tras una esquina mientras sonaba Supertramp y te despediamos. Tu presencia era tan intensa que creo que tarareabas susurrante mientras Ana decía las palabras más difíciles de su vida. Mientras la emoción nos rompía al decirte "Adiós nano". Y, en ese instante, sentiste el amor de toda la gente que te quería, que te quiere. Esa gente que con una sola voz sabe que se marchó un hombre bueno. De alguna forma, por como has sido, te has convertido en inmortal en nuestros recuerdos. Qué enorme privilegio haber sido tu sobrino.