jueves, 27 de marzo de 2025

El concierto

Se hizo esperar, pero el gran día llegó. Avatares infinitos hacían, casi pensar, que jamás disfrutaríamos del torrente de sensaciones que brinda un concierto. Pero allí estabamos, felices, sonriendo sin parar, en una noche mágica. No sé qué brilló más, si las luces del escenario o tu cara cuando salió Izal al escenario, no sé quien era más feliz tú, o yo por ver esa sonrisa que ya ha quedado grabada en la caja de recuerdos que llevo siempre y que abro cuando me encuentro triste. Saltar, bailar, reir, dejarnos llevar por ese transporte etereo que es la música, que trasciende el tiempo, el espacio. Qué cura el alma. Las letras, las notas acariciando la noche, la libertad de un grito, el vuelo de una libélula, el cariño del público, el recuerdo de una amarga desgracia y un futuro renacimiento. Una conjunción perfecta con la guinda de tus ojos brillantes de emoción, de esos días que uno recuerda siempre.La eterna luz de aquel momento, en el que estalló el jubiló y tú encontraste la felicidad de esa majestuosa ilusión. Durante ese rato se fueron todos los problemas, se alejaron todos los fantasmas y sentí que quererte es el combustible de mis días y que seas feliz es mi meta. Durante esa hora y media formamos parte de algo único, de una contagiosa alegría, de una conjunción feliz. La música resonará siempre en este universo complejo que los seres humanos contaminamos de agrías existencias, pero también somos los responsables de esa creación maravillosa que cada vez que suena modifica los colores de los días, que acaricia la vida y, de alguna manera, hace que todo esto sea soportable. Las letras que todos hacemos nuestras, en algun momento, la frase que adoptamos formando parte de vivencias que han quedado atrás, o que nos rodean. Siempre habrá canciones que digan algo de nosotros mismos. Que no pare el carrusel, que no deje de girar en esta noria. Pósate en mí, luciernaga de aire.

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