jueves, 12 de septiembre de 2024
El valle mágico
Dejas atrás el rumor del mar, pero no te importa, según avanzas en la serpenteante estela sientes esa euforia única de los días que hay que disfrutar mucho por su fugacidad. En unas pocas horas, en muy pocas, te recibe el olor a boj, el impresionante bosque, las majestuosas montañas y el rumor del rio. Has llegado al destino querido, tan querido que a veces te sorprendes que no seas de allí, es como una patria de adopción, tu pueblo soñado que te embrujó y te hace sentir en casa, más que en ningún sitio. Al fin y al cabo llevas la casa contigo mientras ellas te acompañen.
El sol y el resol acompañan los primeros instantes de la llegada, el trueno nos da la bienvenida y aunque el gentío es enorme y da un aspecto demasiado cosmopolita al lugar, pronto las horas pasan y la calma se adueña poco a poco del valle. La lluvia refresca la tarde mientras nos cobijamos en nuestra morada de un puñado de días, y en el balcón, seremos felices durante seis días inolvidables. La montaña, el rio, la lavandera Castañeda, el mirlo acuático y por supuesto los majestuosos buitres endulzarán las horas de descanso, los desayunos con mermelada, miel y bollería local, las breves veladas, los ratos de lluvia, conversaciones, risas y los maravillosos minutos entre tres, la felicidad.
Serpenteando carreteras por el país vecino, haciendo amigos de cuatro y dos patas, paseos bajo tierra entre estatuas de piedra construidas por el agua y ese material mágico que es el carbonato cálcico, espeleotemas increíbles, fresco de siglos impregnando el aire, pasos resonando en lugares milenarios, lugares de fe, arte románico en estado puro y sobre todo enormes montañas rasgando el azul del cielo, moteadas por el ganado que busca sus cuarteles de invierno, mientras nuestras miradas buscaban al rey de los cielos, al quebrantahuesos que esquivo nos miraba de muy muy lejos.
Y mientras, se acumulan joyitas de tiempo, esa sonrisa comiendo en el bosque, vuestra imagen recortando la sierra. Vuestra felicidad disfrutando de cada instante, cada minuto, cada respiración. Un burro abriendo una puerta, una oveja que me lame la camiseta, una carretera que no acaba nunca, un bocata tan bueno que sorprende. Luces y olores jugueteando con el sonido de risas, miradas a la niebla, disfrutando de la lluvia, pero sobre todo la maravillosa sensación de estar unidos en un abrazo por el maravilloso embrujo del Valle. Y para acabar, un experiencia en un bosque mágico donde sin querer volví a recordar que los médicos curan pero las personas que te quieren te salvan.
Así pasó el corto espacio de tiempo que acurrucado en nuestros recuerdos, nos acompañará durante gran parte del año, hasta que podamos volver y de nuevo, cuando veamos Villanúa sepamos que ya estamos llegando otra vez al lugar donde siempre queremos ir. El sitio donde las risas duran más, donde la sonrisa permanece y es imposible no refrescar nuestra capacidad de asombro. Tenemos que dejar pinos, abetos, abedules, robles y hayas, y por supuesto el olor a boj que tanto echamos de menos durante el año en la insufrible urbe qué habitamos, para regresar a la multitud que habita el cemento y pisa el asfalto, para pisarlo con ellos. Aún así, nos va a acompañar el recuerdo de la bella dama, las siluetas que recortan el cielo, las siluetas que recortan el subsuelo y las montañas que tanto queremos.
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