martes, 17 de diciembre de 2024

Solsticio

El sol tiene poco tiempo para eliminar todas las sombras. Tal vez por eso cuando el año está llegando al ocaso se esconden en rincones escondidos fantasmas que gritan en silencio. Es, tal vez, en esta epoca del año, cuando la cordura parpadea en un destello y se confunde la alegría con la locura. Tal vez la falta de luz despierta en nosotros monstruos que no pueden salir cuando el día le gana horas a la noche. Y, quizá por eso, aparecen apariciones terrorificas que portan tras de sí, no un hacha de cera, acaso un discurso cruel. Es fácil que, en momentos concretos, escuchemos parafonias que nos trasportan a otra época en la que el miedo no solo se encontraba en las películas, sino que te perseguía fuera de la sala de cine, te esperaba en casa. Parafónias que se convierten en diálogos del pasado para convencer a mentes débiles que cualquier tiempo pasado fue mejor. Espectros que manipulan con palabras tan fatuas como falaces, mentiras tras mentiras. Espantos que buscan meterse en nuestras casas para poseer al Estado de Derecho y aprovecharse de él. La Santa Compaña del todo mal para convencernos que pactemos con ella y así conseguiran que no volvamos más a la razón. Es ahora, cuando se acerca el solsticio, cuando sigue creciendo la sombra que aboga por hacer triunfar al mal. Orcos, trasgos y trolls pululan por doquier infectando la sociedad para convencernos que la solución son ellos y convertir nuestro pais en Mordor. El anillo único para atarnos a las tinieblas. Pero siempre, tras el solsticio, el día empieza a ganar horas a la oscuridad. Por eso, siempre, tras la oscuridad, llega la luz. Aunque caigamos en la oscuridad, aunque las tinieblas nos inunden porque el mal es poderoso, llegará un día en la que el sol ilumine la cordura y, estos, que juegan con el poder que da su dinero, caerán ante otro poder del cual ellos carecen. La inteligencia.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Gritos

Gritos que la avalancha silencia de un solo golpe de agua sucia de furia y fango. Gritos de sorpresa, miedo, estupor. Gritos de dolor, angustia, muerte. Gritos de indignación, socorro, ayuda. El silencio no llega nunca donde mil vidas se funden en cientos de historias de supervivencia ante lo imprevisto. El rugir del agua se funde en el tremendo estruendo de vidas quebradas de un solo golpe, de esfuerzos de supervivencia en las duros momentos en que un brazo amigo te saca del profundo manar de mil barrancos, o la suerte te echa un cable en forma de farola, árbol, madera… o peor, tus ojos se cierran para siempre en un último suspiro de agua y barro. Cuantas personas empezaban su vida ese día como cualquier otro, con sus problemas, esperanzas, alegrías, tristezas, un día que no acabaría nunca. Cuantas personas deseaban volver a abrazar a sus compañeros de vida, sus hijos, sus amigos, un abrazo que se perdería en la imaginación, en el deseo, en el ojalá. Hay siempre abrazos que se dibujan, se esbozan pero no se dan jamás solo queda el arrepentimiento de no haberlos dado. Intento imaginar el horror y mi mente no alcanza la inmensidad de la angustia ante la gran catastrofe. El dolor de los que se van, el dolor de los que se quedan, la vida quebrado del padre que superado por una fuerza inconmensurable no puede retener a sus hijos y la avalancha se los lleva ¿Qué clase de injusticia eterea es capaz de permitir que dos niños mueran y el padre quede muerto en vida? ¿Donde van las horas en las que el remedio no llegó? ¿Donde van los gritos que se perdieron en la incompresión? ¿Donde va el futuro de las vidas que se segaron en un fango infecto? He visto lágrimas que nunca debieron derramarse, he oído gritos de dolor donde tenía que haber risas. Y aún así, después de todo, después que la muerte ha cabalgado a sus anchas por las tierras de mis vecinos,tengo que escuchar imbéciles bajo seudónimos dibujando la estúpidez desde su ínfima capacidad de racionio. Y algunos sin seudónimo aprovechando la muerte para colgarse medalla malditas. Que asco. Renacer es la única meta que les queda, rehacerse, revivir, rebrotar. Y, seguro, que, no ahora, ni dentro de un mes, ni tal vez dentro de seis meses, pero después volveremos a seguir, con un recuerdo terrible. Con el deseo que esto sirva para que no vuelva ocurrir, para que esto sirva para que seamos mejores. Sé que quedan la vidas rotas, vacías, las vidas que ya no están, el resto de recuerdos que alimentarán la tristeza de cientos de vidas que necesitarán esa caricia de la mano que ya no puede moverse, recuerdos que con el paso del tiempo serán el homenaje de todos aquellos momentos en los que hicieron de este mundo un lugar un poquito mejor, al menos el mundo de ellos. Que nunca quede en el olvido que a miles de personas se le cambió la viva un 29 de octubre por falta de prevención, previsión, humanidad y alerta. Porque los poderes públicos nunca están a la altura.

jueves, 12 de septiembre de 2024

El valle mágico

Dejas atrás el rumor del mar, pero no te importa, según avanzas en la serpenteante estela sientes esa euforia única de los días que hay que disfrutar mucho por su fugacidad. En unas pocas horas, en muy pocas, te recibe el olor a boj, el impresionante bosque, las majestuosas montañas y el rumor del rio. Has llegado al destino querido, tan querido que a veces te sorprendes que no seas de allí, es como una patria de adopción, tu pueblo soñado que te embrujó y te hace sentir en casa, más que en ningún sitio. Al fin y al cabo llevas la casa contigo mientras ellas te acompañen. El sol y el resol acompañan los primeros instantes de la llegada, el trueno nos da la bienvenida y aunque el gentío es enorme y da un aspecto demasiado cosmopolita al lugar, pronto las horas pasan y la calma se adueña poco a poco del valle. La lluvia refresca la tarde mientras nos cobijamos en nuestra morada de un puñado de días, y en el balcón, seremos felices durante seis días inolvidables. La montaña, el rio, la lavandera Castañeda, el mirlo acuático y por supuesto los majestuosos buitres endulzarán las horas de descanso, los desayunos con mermelada, miel y bollería local, las breves veladas, los ratos de lluvia, conversaciones, risas y los maravillosos minutos entre tres, la felicidad. Serpenteando carreteras por el país vecino, haciendo amigos de cuatro y dos patas, paseos bajo tierra entre estatuas de piedra construidas por el agua y ese material mágico que es el carbonato cálcico, espeleotemas increíbles, fresco de siglos impregnando el aire, pasos resonando en lugares milenarios, lugares de fe, arte románico en estado puro y sobre todo enormes montañas rasgando el azul del cielo, moteadas por el ganado que busca sus cuarteles de invierno, mientras nuestras miradas buscaban al rey de los cielos, al quebrantahuesos que esquivo nos miraba de muy muy lejos. Y mientras, se acumulan joyitas de tiempo, esa sonrisa comiendo en el bosque, vuestra imagen recortando la sierra. Vuestra felicidad disfrutando de cada instante, cada minuto, cada respiración. Un burro abriendo una puerta, una oveja que me lame la camiseta, una carretera que no acaba nunca, un bocata tan bueno que sorprende. Luces y olores jugueteando con el sonido de risas, miradas a la niebla, disfrutando de la lluvia, pero sobre todo la maravillosa sensación de estar unidos en un abrazo por el maravilloso embrujo del Valle. Y para acabar, un experiencia en un bosque mágico donde sin querer volví a recordar que los médicos curan pero las personas que te quieren te salvan. Así pasó el corto espacio de tiempo que acurrucado en nuestros recuerdos, nos acompañará durante gran parte del año, hasta que podamos volver y de nuevo, cuando veamos Villanúa sepamos que ya estamos llegando otra vez al lugar donde siempre queremos ir. El sitio donde las risas duran más, donde la sonrisa permanece y es imposible no refrescar nuestra capacidad de asombro. Tenemos que dejar pinos, abetos, abedules, robles y hayas, y por supuesto el olor a boj que tanto echamos de menos durante el año en la insufrible urbe qué habitamos, para regresar a la multitud que habita el cemento y pisa el asfalto, para pisarlo con ellos. Aún así, nos va a acompañar el recuerdo de la bella dama, las siluetas que recortan el cielo, las siluetas que recortan el subsuelo y las montañas que tanto queremos.

viernes, 15 de marzo de 2024

Insociedad

¿sabe la gente que un día moriremos? No hay nada más cierto, pero todos los días vemos comportamientos de seres insulsos con aires de grandeza que piensan que van a ser eternos. Chulos de garrafón que intimidan a gritos cualquier razón, imbéciles que tienen un orgasmo saltándose las reglas aunque eso signifique hacer daño a otros. Estamos involucionando, vamos hacia atrás, degeneramos. La inteligencia esta infravalorada, la cultura amenazada. No puedo por menos pensar que todo está orquestado, desde algún lugar nos quieren tontos, sumisos, hipnotizados a una pantalla en la que no podamos elegir el contenido, bombardeados de ideas falseadas. Medios de comunicación manipuladores, dirigiendo la opinión hacia un retraso en las libertades, en la pertuación del status quo, en disfrazar la crueldad del capitalismo con una mascara de la felicidad que da el consumo. En colocar en los puestos de poder a aquellos políticos que son la voz de su amo, amo que no es otro que los bancos, grandes empresas....etc. Y la sociedad, grupo infecto de seres agilipoyados que solo piensan en ellos mismos. Incapaces de tener un gesto amable con el vecino, incapaces de luchar por hacer la vida más vivible a todos. Gente que solo quiere su propio bienestar, hacer la que les sale de los huevos hacer. No, ellos no piensan que su libertad acaba donde acaba la libertad de los demás, al contrario, si alguien reclama su libertad hay que negarsela, por eso hay que votar a la ultraderecha, para que solo puedan hacer lo que les de la gana los de la pulserita, los demás no. Porque pensar diferente es pensar, y pensar va en contra del ideario de la caverna. Es acojonante ver a personajes que no tienen ni puta idea de lo que es una dictadura pensar que es lo mejor, cuando dentro de esa forma de estado está vetado el pensar diferente. Agarrar la democracia para desvirtuarla y torcerla hacia nuestro propio beneficio. Porque yo soy capaz de pelear por las ideas de todos, aunque no las comparta, pero no puedo pelear por ideas que niegan la libertad a las personas por ser, pensar o querer distinto. Ya no es un mundo de locos, bendito locos, es un mundo de tontos agarrados a un simulacro de felicidad que enmascara su amargura. Cuñadismo, intolerancia, mala educación, arrogancia, chuleria y ser muy guarros. Ese parece el ideario de esta segunda década del siglo XXI. Pero sí, todos, ricos y pobres, feos y guapos, altos y bajos, flacos y gordos. Todos un día moriremos y dejar atrás un rastro de mierda es muy triste, es mejor dejar buenos recuerdos, una cara amable, una sonrisa. Pero sé que en un una sociedad corrupta de ombligismo exacerbado es pedir peras al olmo, fresco en agosto, lluvia en el desierto. Con todo, sigue habiendo gente que lucha por los demás, que da un paso adelante para curar el cáncer, el SIDA, alagar la vida. Sigue habiendo gente que se desvela para cuidarnos, para jugarse la vida apagando un fuego, dejandose el alma para acabar una cirugia que se complica o gente que símplemente te dedique una sonrisa y te devuelva la fe en este animal tan singular que es el ser humano.

sábado, 20 de enero de 2024

Enero

El atardecer nos acompaña en una tarde de enero, y es justo en un instante cualquiera cuando me vuelvo a dar cuenta de la suerte que tengo. Las notas de una canción, tu voz acompasando los acordes de un tema que te encanta, una luz naranja entremezclando el verde de alguna montaña. Y verte relajada, feliz, tranquila. Me cuesta luego dejarte para que, una tarde más, aprendas a hacer vibrar el aire con la música, me hubiera quedado abrazado a tí. Me pareció tan tierna la fusión de luz y música contigo que me di cuenta que solo respiro porque el aire gira alrededor de tí. Hace ya unos años, cuando la luz volvía desde las penumbras, tú y yo paseabamos bajo un sorprendente sol de enero; brillante, cálido. Después de jugar un rato y reirnos como tú y yo sabemos, nos dirigimos por un sendero entre los pinos, esos pinos que te han visto crecer de fin de semana en fin de semana. Fue un especie de fiesta en silencio en el que los dos nos dimos cuenta que todo había pasado. Yo estaba bien, gracias a tí. Cada gotero que terminaba era un gotero menos para verte, cada ciclo que pasaba era uno menos para poder correr como antes, para poder recorrer todo nuestro mundo con la misma fuerza que antes. Tu imagen entrando al colegio, una estela con una mochila a la espalda, tu mirada de preocupación de los lunes, tu llanto que el miedo hacía aparecer; ese guante de fuerza que me arrojabas para que pegara un puñetazo a la realidad y mandara lejos la pesadilla. Gracias a tí todo fue más sencillo, gracias a tí es fácil convertir en luz la ceguera de los días tristes. Tu madre y tú sois la mejor medicina contra cualquier monstruo. El cariño y el optimismo, abrazos y besos. Este lunes pasado, volví a sentir lo mismo, que eres absolutamente imprescindible, que cada globulo rojo que corre por mis venas canta tu nombre, que cada día es una fiesta porque lo habitas. Eres casi una mujer, pronto cumplirás 14 años, y no me puedo sentir más afortunado. Cada día que pasa un poco más orgulloso, cada día contigo un privilegio. Necesitaba escribir un poquito sobre todo esto porque hay días en los que nos enfadamos, reñimos y no me porto bien del todo contigo. Tú no tienes la culpa que la realidad nos siga queriendo poner trabas en nuestro sueños y nos oculte que lo importante de la vida es la vida misma y no las obligaciones que nos imponen una sociedad desquiciada y con aires de grandeza. Cuando discutimos y te miro a los ojos, veo el daño que te hago y vuelvo a verte jugando conmigo al ajedrez como aquel triste día de marzo en el que el mundo se tambaleaba ante mí, con esos ojos tristes de miedo, miedo a perderme. Que sepas que, cada vez que te riño, resuena en mi cabeza un grito de alguien que me dice lo injusto que soy. Y lo soy. No me vas perder nunca, porque tú siempre me salvas. Te quiero infinito.