domingo, 8 de octubre de 2017

Ojos tristes


No es fácil sobrellevar el dolor ajeno, no sabes como hacer para evitar esos ojos tristes que te miran en silencio y te dicen que no pasa nada papá. Cuando no puedes, cuando no tienes fuerzas, cuando te atosigan las nauseas.
No puedo olvidar la imagen de su carita de pena, llorando en el cole porque no podía estar en él sabiendo que yo estaba en casa y que podía no estar cuando volviera. Ese miedo reflejado en el rostro, en su carilla de ángel, mintiendo con el sentimiento sufrido del amor más grande, del que no quiere que nada cambie, el que no quiere que nadie sufra. Los puños apretados, las lágrimas recorriendo sus mejillas que yo me como a besos. Duele, duele como acero al rojo vivo en lo más profundo del alma. Ningún niño debe sufrir y me tritura el corazón saber que lo está pasando mal, muy mal, que su cariño no tiene límites, que su miedo le desborda, que debo sonreir más, correr junto a ella, pelear por ella, no decaer nunca. Estar.

Y luego, hay más ojos. Unos que miran como sin querer hacia otro lado, intentando no mostrar la inquietud que hay detrás de la mirada. El miedo a que todo se disuelva en la nada, a que la lucha no sirva. Esos luceros oscuros que se inquietan en urgencias al paso de mi camilla y que denotan alegría cuando me levanto bien, que no quieren mostrar lágrimas cuando me vence el decaimiento. Es una suerte tener a alguien que te hace reir cuando, tal vez, ni siquiera ella tenga ganas. Pero ahí está, fuerte, vivaz, ocurrente y vital. Sacándome del decaimiento con una aleteo de sus pestañas. Así es ella, perdiendo horas conmigo para que yo las disfrute.

y sí, están los ojos de la madre que ojerosa se pregunta porqué a ella otra vez, y los ojos de los amigos que te insuflan poder. Y luego están los míos que mi miran y me ven distinto cuando nada ha cambiado y con una sola misión. Vivir.

Cuando esto acabe haré una gran fiesta donde solo quepan ojos alegres y donde mi niña cante "Girasoles" con la voz llena de risa. Donde mi remolino de estrellas gire y gire sin parar en una danza alegre que destruya monstruos, miedos y temores.

Seguimos en la lucha, por mí, por ellas.

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